Introducción
La afectación del tendón de origen a los isquiotibiales supone un reto desde el punto de vista diagnóstico ya que son muchas las lesiones y alteraciones que refieren dolor en la cara posterior del muslo, más específicamente a nivel de la región isquiática.
Por otro lado no existe un número elevado de pacientes con esta patología por lo que resulta difícil elaborar estudios fiables que arrojen un poco de luz al respecto.
Generalmente los síntomas (principalmente el dolor) aparecen de forma insidiosa y con las cargas impuestas a estos músculos, especialmente al correr cuesta arriba. El dolor se localiza de forma bastante localizada en torno a la tuberosidad isquiática, pudiéndose extender en dirección al vientre de alguno de los isquiotibiales pero nunca más allá del hueco poplíteo.
Diagnóstico
Por lo comentado anteriormente no resulta nada fácil su diagnóstico y es necesario contrastarlo suficientemente para no caer en la subjetividad. Probablemente las patologías inflamatorias locales, en especial artropatías son las que resultan más difícil de diferenciar; por ello es importante considerar utilizar test basados en el aumento de la carga de los isquiotibiales para constatar una relación directa entre esto y la aparición de dolor o aumento del mismo.
Por otro lado se tener presente la biomecánica durante la competición de estos atletas ya que pequeños cambios posturales durante la cuesta arriba pueden producir una compresión del tendón de los isquiotibiales contra la tuberosidad isquiática.
Otra patología que también debe ser bien evaluada es la ciática por ello se deben utilizar no solo pruebas clásicas sino otras más específicas como slump test y otras de tensión neural, que resultan más específicas.
Tratamiento
El tratamiento propuesto está basado en:
- Control del dolor e inflamación.
- Terapia manual: la liberación de la tensión (cuando existe acortamiento) resulta fundamental para reducir la tensión a nivel del origen de estos tendones. Para ello el abordaje puede ser bien de forma analítica o bien mediante la aplicación de rutinas de trabajo sobre las vías miofasciales (en particular la de flexión). No se aconsejan métodos invasivos.
- Ejercicios que mejoren la biomecánica lumbopélvica y que corrijan (si existiese) la carga de los isquiotibiales con flexión de pelvis. Mejorar el equilibrio de fuerzas entre los isquiotibiales y el gluteo mayor y el tríceps sural.
- Educación del paciente: inducir mediante explicaciones sencillas la consciencia sobre la mecánica del problema es una buena medida que además involucra al paciente en la resolución del problema.