La mayoría de las personas consideran a las sillas como mobiliario inofensivo para la columna y sin embargo son muchas las personas con lumbalgias que toleran mal la sedestación.

El simple hecho de sentarse ya tiene sus consecuencias. Al sentarse en un asiento tradicional se produce una marcada pérdida de la lordosis (curvatura normal de la columna lumbar). En la parte posterior de la columna vertebral los ligamentos se ponen en tensión y también sucede lo mismo con los discos intervertebrales.

En diversas investigaciones se pudo constatar (mediante radiografías) que los discos, a nivel lumbar, fluctúan y se desplazan hacia atrás cuando nos sentamos y esta compresión sobre los discos desencadena efectos perjudiciales. Otras investigaciones han demostrado, también, que el hecho de sentarse hace perder hasta el 50% de la lordosis. Sentarse descansa las piernas pero transmite fuerzas perjudiciales hacia la base de la espalda.

Este es el motivo principal por el cual muchos diseñadores de sillas han buscado ajustar la forma de las sillas para que protejan nuestra espalda, sobre todo cuando pasamos mucho tiempo en ellas. Así estudios realizados por Keegan, mediante diversas radiografías, nos permiten, actualmente, saber que grado de deformación sufre la columna vertebral lumbar, según el tipo de silla o la forma de sentarnos. En personas con dolor lumbar el dolor aparece antes en aquellos que se sientan en sillas con el asiento horizontal que en una silla con asiento inclinado hacia adelante. Así mismo existe un mobiliario que respeta la ergonomía y por tanto protege a nuestra espalda.